jueves, 24 de abril de 2008

Finalmente, tras casi mes y medio de saberlo una necesidad, se ha ido una muy buena parte de mi cabello, junto con un pequeño cúmulo de cargas de todo tipo que venían guardándose ahí desde hacía algún tiempo. La señora que me lo cortó sufrió, por supuesto, un par de pequeños choques eléctricos. Cosa curiosa, a pesar de las ligeras quemaduras y la juguetona electricidad estática que hizo que sus cabellos se levantaran haciéndola semejar una especie de Don King setentero xalapeña, nunca cambió sus tijeras completamente metálicas por unas de mango de plástico, y de vez en cuando salían de sus labios breves risillas y sonidos delatores. No me cobró el corte y me ofreció que volviera cuando quisiera. Simpática señora.

jueves, 17 de abril de 2008

Originalmente esto era un comment

Nadia: No sé, querida. Es distinto. Me ha tocado ver lo mismo. Es también algo para contar, ¿no? ¿No me tocó ver alguna vez eso mismo junto contigo? Según yo, sí; buen día ese, sin duda. Según yo, en el camino largo que tomábamos de tu depa a la escuela... =P
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Ro: ¿patos madreándose? Eso debe ser simpático. Las mariposas negras de hecho no lo son, y tampoco son nada feas si las miras con atención; tienen distintas tonalidades de café y también se hacen figuras del tipo de las otras, de las de colores vivos. Como Tyrita, también la Tribilina lo hacía, no sé si recuerdes.
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Armandís: ¿en serio? ≈ no mames. Ja. Nunca he viajado en helicóptero.
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Vi querida: Claro que me acuerdo de Karina y Osiris, aunque -y esto es raro- NUNCA platiqué con ellas. Neto, Jonathan, Ro y yo atrapábamos mariquitas (insectos coloridos que parecen mariposas pequeñas) y las vendíamos en la escuela =P. ¿Tienes idea de lo que pasó con su colección de mariposas?
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Coshotito: Conozco, me parece, a varias de esas mariposas. Son lindas, algunas de colores brillantes; algunas de oscuridad insondable; otras transparentes, en peligro de extinción. Todas vuelan al mismo tiempo -que es una delicia- ignorantes de lo que eso provoca en vuestra deslumbrante coyotidad. ¿Será que algún día una de ellas finalmente establezca su -¡dgiuuuuuuuu!- sedoso nido? Mejor no saber.
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Homónimo de su homónimo: Sos un salvaje, che... pero, ¿qué hacerle? En alguna ocasión, estoy seguro, también me he visto obligado al brutal asesinato.
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El Mismisísimo: Para empezar, monsieur, qué gusto tenerlo por acá. Pos ya quedamos, compañero, pertrechos en preparación, me burlaré de sus excesos, todo eso. Me atraviesa ahora una gripe; esperemos que se pase pronto, pos la idea, asegún mademoiselle cogiot pasaría hasta por cantar, ja. Ya se verá. Por lo pronto, va un abrazo. Ah, qué con estas casualidades, ¿no?
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Anónimo: Ya sabes; cuando quieras.
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Edith: Entiendo, entiendo. Aquí el asunto es que yo no atrapé a la mariposa. La mariposa fue solita a posarse (¿cómo más se puede decir? ¿pararse?) en mi dedo. Un gusto, también, que se dé sus vueltitas.
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Y, bueno;

abrazos sinceros a todos.

miércoles, 2 de abril de 2008

Nosotros los Morales

(texto fechado el 5 de agosto de 2007)

Tenía la intención de recordar, al escribirlo, un cuento perdido, pero para ello necesitaría hacer uso de mi memoria, tan golpeada últimamente, tan ocupada en asuntos sin sentido... Dejé de intentarlo, pues un perro ladraba sus pulmones hacia afuera (PJ: barking its lungs out). Desde luego, sólo por molestar, dejó de hacerlo en cuanto comencé a escribir. Lo tendría todo planeado, sin duda.

Cuando me di cuenta de que el perro ya no ladraba, G. entró a la cocina y se puso a hacer algo, no sé qué y, con ese desconocido algo, bastante ruido.

A. solía decir que los Morales no podemos hacer nada sin ruido, que debemos hacer saber a los demás dónde estamos y qué estamos haciendo. Al escuchar a mi hermana servirse cereal desde el lado opuesto del departamento en que vivimos, no puedo sino sonreir un poco y concederle nuevamente toda la razón, como lo hice cuando me lo dijo, tras breve resistencia. Somos ruidosos, nosotros, los Morales.